1、 .ar Dan Brown ngeles y demonios .ar 2 Dan Brown ngeles y demonios Traduccin de Eduardo G. Murillo Umbriel Argentina Chile Colombia Espaa Estados Unidos Mxico Uruguay Venezuela Dan Brown ngeles y demonios .ar 3 De la contracubierta: El arma ms poderosa creada por el hombre, una organizacin secreta s
2、edienta de venganza y apenas unas horas para evitar el desastre. La eterna pugna entre ciencia y religin se ha convertido en una guerra muy real. En un laboratorio de mxima seguridad, aparece asesinado un cientfico con un extrao smbolo grabado a fuego en su pecho. Para el profesor Robert Langdon no
3、hay duda: los Illuminati, los hombres enfrentados a la Iglesia desde los tiempos de Galileo, han regresado. y esta vez disponen de la ms mortfera arma que ha creado la humanidad, un artefacto con el que pueden ganar la batalla fmal contra su eterno enemigo. Acompaado de una joven cientfica y un auda
4、z capitn de la Guardia Suiza, Langdon comienza una carrera contra reloj, en una bsqueda desesperada por los rincones ms secretos del Vaticano. Necesitar todo su conocimiento para descifrar las claves ocultas que los Illurninati han dejado a travs de los siglos en manuscritos y templos, y todo su cor
5、aje para vencer al despiadado asesino que siempre parece llevarle la delantera. El autor, de El Cdigo Da Vinci nos arrastra a una espiral de accin sin pausa, un impactante thriller donde se suceden las sorpresas y se revelan algunos de los ms oscuros enigmas de la historia. Fuerzas que han permaneci
6、do ocultas durante siglos y que ahora planean destruir la Iglesia. literalmente. Dan Brown ngeles y demonios .ar 4 Para Blythe Dan Brown ngeles y demonios .ar 5 Agradecimientos Mi sincero agradecimiento a Emily Bestler, Jason Kaufman, Ben Ka-plan y todo el personal de Pocket Books por su fe en este
7、proyecto. A mi amigo y agente, Jake Elwell, por su entusiasmo y esfuerzo incesante. Al legendario George Wieser, por convencerme de que escribiera novelas. A mi querido amigo Irv Sittler, por facilitarme una audiencia con el Papa, introducirme en lugares del Vaticano que pocas personas ven y lograr
8、que los das pasados en Roma fueran inolvidables. A uno de los artistas vivos ms ingeniosos y dotados, John Langdon, que estuvo a la altura de mi desafo imposible y cre los ambigramas de la novela. A Stan Plantn, bibliotecario jefe de la Ohio University-Chilli-cothe, por ser mi fuente principal de in
9、formacin sobre incontables temas. A Sylvia Cavazzini, por su entretenida visita guiada por el Pas-setto secreto. Y a los mejores padres que un hijo pudiera desear, Dick y Con-nie Brown, por todo. Gracias tambin al CERN, Henry Beckett, Brett Trotter, la Academia Pontificia de Ciencia, Brookhaven Inst
10、itute, FermiLab Library, Olga Wieser, Don Ulsch, del National Security Institute, Caroline H. Thompson de la Universidad de Gales, Kathryn Gerhard y Ornar Al Kindi John Pike y la Federacin de Cientficos Norteamericanos, Heimlich Viserholder, Corinna y Davis Hammond, Aizaz Ali, el Galileo Project de
11、la Rice University, Julie Lynn y Charlie Ryan, de Mockingbird Pictures, Gary Goldstein, Dave (Vilas) Arnold y Andra Crawford, la Global Fraternal Network, la Phillips Exeter Academy Library, Jim Barrington, John Maier, al ojo excepcionalmente experto de Margie Wachtel, alt.masonic.members, Alan Wool
12、ey, la Library of Congress Vatican Codices Exhibit, Lisa Callamaro y la Callamaro Agency, Jon A. Stowell, Musei Vaticani, Aldo Baggia, Noah Alireza, Harriet Walker, Charles Terry, Micron Electrics, Mindy Renselaer, Nancy y Dick Curtin, Thomas D. Nadeau, NuvoMedia y Rocket E-books, Frank y Sylvia Ken
13、nedy, Simon Edwards, el Consorcio Turstico de Roma, el maestro Gregory Brown, Val Brown, Werner Brandes, Paul Krupin, de Direct Contact, Paul Stark, Tom King, de Computalk Network, Sandy y Jerry Nolan, la gur de Internet Linda George, la Academia Nacional de Arte de Roma, el mdico y cofrade de letra
14、s Steve Howe, Robert Weston, la Water Street Bookstore de Exeter (New Hampshire) y el Observatorio Vaticano. Dan Brown ngeles y demonios .ar 6 Los hechos Cientficos del mayor laboratorio de investigacin del mundo el Conseil Europen pour la Recherche Nuclaire (CERN), cuya sede est en Ginebra lograron
15、 en fecha reciente generar las primeras partculas de antimateria. La antimateria es idntica a la materia, salvo por el hecho de que est compuesta de partculas cuya carga elctrica es opuesta a las que se encuentran en la materia normal. La antimateria es la fuente de energa ms poderosa conocida por e
16、l hombre. Libera una energa de una eficacia del cien por cien (la fisin nuclear posee una eficacia del uno y medio por cien). La antimateria no genera contaminacin ni radiacin, y una gota podra proporcionar energa elctrica a toda Nueva York durante un da. Sin embargo, hay un problema. La antimateria
17、 es muy inestable. Estalla cuando entra en contacto con lo que sea, incluido el aire. Un solo gramo de antimateria contiene la energa de una bomba nuclear de veinte kilotones, la potencia de la bomba arrojada sobre Hiroshima. Hasta hace poco, slo se haban creado cantidades nfimas de antimateria (uno
18、s cuantos tomos cada vez), pero el CERN acaba de abrir nuevos horizontes con su Decelerador de Antiprotones, una avanzada instalacin de produccin de antimateria en la que se espera crear antimateria en cantidades mucho mayores. Se suscita una pregunta: salvar al mundo esta sustancia tan voltil, o se
19、 utilizar para crear el arma ms mortfera de la historia? Dan Brown ngeles y demonios .ar 7 Nota del autor Las referencias a obras de arte, tumbas, tneles y monumentos arquitectnicos de Roma son reales (al igual que su emplazamiento exacto). An hoy pueden verse. La hermandad de los Illuminati tambin
20、es real. Dan Brown ngeles y demonios .ar 8 Dan Brown ngeles y demonios .ar 9 Dan Brown ngeles y demonios .ar 10 Prlogo El fsico Leonardo Vetra oli a carne quemada, y comprendi que era la suya. Mir horrorizado a la figura oscura que le amenazaba. Qu quieres? La chiave contest la voz rasposa. El santo
21、 y sea. Pero yo no. El intruso hundi un poco ms el objeto al rojo vivo en el pecho de Vetra. Se oy el siseo de la carne al arder. Vetra lanz un grito de dolor. No hay santo y sea! Sinti que se suma en la inconsciencia. La figura le fulmin con la mirada. Ne avevo paura. Me lo tema. Vetra se esforz po
22、r no perder el conocimiento, pero la oscuridad se estaba cerrando sobre l. Su nico consuelo consista en saber que su agresor nunca obtendra lo que haba venido a buscar. Sin embargo, un momento despus, la figura extrajo un cuchillo y lo acerc a la cara de Vetra. La hoja oscil. Con cautela. Como un es
23、calpelo. Por el amor de Dios! chill Vetra. Pero ya era demasiado tarde. Dan Brown ngeles y demonios .ar 11 1 Desde los escalones superiores de una galera ascendente de la Gran Pirmide de Gizeh, una joven ri y le llam. Date prisa, Robert! Saba que hubiera tenido que haberme casado con un hombre ms jo
24、ven! Su sonrisa era mgica. El hombre se esforz por acelerar el paso, pero senta las piernas como si fueran de piedra. Espera suplic. Por favor. A medida que suba, su visin se iba haciendo ms borrosa. Sus odos martilleaban. He de alcanzarla! Pero cuando volvi a levantar la vista, la mujer haba desapa
25、recido. En su lugar haba una anciana desdentada. El hombre baj la mirada, y en sus labios se dibuj una mueca de soledad. Despus lanz un grito de angustia que reson en el desierto. Robert Langdon despert de su pesadilla sobresaltado. El telfono de la mesita de noche estaba sonando. Aturdido, lo desco
26、lg. Diga? Estoy buscando a Robert Langdon dijo una voz masculina. Langdon se incorpor en la cama y trat de pensar con claridad. -Soy. Robert Langdon. Consult el reloj digital. Eran las cinco y dieciocho minutos de la maana. Debo verle cuanto antes. Quin es usted? Me llamo Maximilian Kohler. Soy fsic
27、o de partculas discontinuas. Cmo? Langdon era incapaz de concentrarse. Est seguro de que soy el Langdon que busca? Es usted profesor de iconologa religiosa en la Universidad de Harvard. Ha escrito tres libros sobre simbologa y. Sabe qu hora es? Le ruego me disculpe. Tengo algo que ha de ver. No pued
28、o hablar de ello por telfono. Un gemido escap de los labios de Langdon. No era la primera vez que le ocurra. Uno de los peligros de escribir libros sobre simbologa religiosa eran las llamadas de fanticos religiosos, deseosos de que les confirmara la ltima seal de Dios. El mes pasado, una bailarina d
29、e striptease de Oklahoma haba prometido a Langdon el mejor sexo de su vida si iba a verificar la autenticidad de una cruz que haba aparecido como por arte de magia en las sbanas de su cama. El sudario de Tulsa, lo haba llamado Langdon. Cmo ha conseguido mi nmero? Langdon intentaba ser educado, pese
30、a la hora. En Internet. La pgina web de su libro. Langdon frunci el ceo. Saba perfectamente que la pgina web no inclua el nmero telefnico de su casa. Era evidente que el hombre estaba mintiendo. He de verle insisti el desconocido. Le pagar bien. Langdon se estaba enfadando. Lo siento, pero le asegur
31、o. Si parte ahora mismo, podra estar aqu a las. No voy a ir a ninguna parte! Son las cinco de la maana! Langdon colg y se derrumb sobre la cama. Cerr los ojos e intent dormir de nuevo. Fue intil. El sueo estaba grabado a fuego en su mente. Se puso la bata desganadamente y descendi las escaleras. Rob
32、ert Langdon pase descalzo por su casa victoriana de Massachu-setts y tom su remedio habitual contra el insomnio, un chocolate caliente. La luna de abril se filtraba por las ventanas y baaba las alfombras orientales. Los colegas de Langdon a menudo comentaban en broma que la casa pareca ms un museo d
33、e Dan Brown ngeles y demonios .ar 12 antropologa que un hogar. Las estanteras estaban atestadas de objetos religiosos de todo el mundo: un ekuaba de Ghana, un crucifijo de oro de Espaa, un dolo de las islas del Egeo, incluso un peculiar boccus tejido de Borneo, el smbolo de la eterna juventud de un
34、joven guerrero. Cuando Langdon se sent sobre la tapa de un bal maharishi de latn y sabore el chocolate caliente, se vio reflejado en el cristal de una de las ventanas. La imagen estaba distorsionada y plida. como un fantasma. Un fantasma envejecido, pens, y se record con crueldad que su espritu juve
35、nil estaba viviendo en un cuerpo mortal. Aunque no era apuesto en un sentido clsico, a sus cuarenta y cinco aos Langdon posea lo que sus colegas femeninas denominaban un atractivo erudito: espeso cabello castao veteado de gris, ojos azules penetrantes, voz profunda y cautivadora, y la sonrisa alegre
36、 y espontnea de un deportista universitario. Buceador del equipo universitario, Langdon todava conservaba el cuerpo de un nadador, un fsico envidiable de metro ochenta que mantena en forma con cincuenta largos al da en la piscina de la universidad. Los amigos de Langdon siempre le haban considerado
37、un enigma, un hombre atrapado entre siglos. Los fines de semana poda vrsele en el patio de la facultad vestido con tejanos, hablando de grficos por ordenador o de historia de las religiones con los estudiantes; en otras ocasiones, apareca con su chaleco de cuadros Harris en tonos vistosos, fotografi
38、ado en las pginas de revistas de arte en inauguraciones de museos, donde le haban pedido que dictara una conferencia. Pese a ser un profesor riguroso y un amante de la disciplina, Langdon era el primero en abrazar lo que l denominaba el arte perdido de pasarlo bien. Se entregaba a la diversin con un
39、 fanatismo contagioso que le haba granjeado la aceptacin fraternal de sus estudiantes. Su mote en el campus (El Delfn) era una referencia tanto a su naturaleza afable, como a su legendaria habilidad para zambullirse en una piscina y burlar a todo el equipo contrario en un partido de waterpolo. Mient
40、ras contemplaba la oscuridad con aire ausente, el silencio de su casa se vio perturbado de nuevo, esta vez por el timbre de su fax. Demasiado agotado para enojarse, Langdon forz una carcajada cansada. El pueblo de Dios, pens. Dos mil aos esperando a su Mesas, y siguen tan tozudos como una mula. Llev
41、 el tazn vaco a la cocina y se encamin pausadamente a su estudio chapado en roble. El fax recin llegado esperaba en la bandeja. Suspir, recogi el papel y lo mir. Al instante, una oleada de nuseas le invadi. La imagen que mostraba la pgina era la de un cadver humano. El cuerpo estaba desnudo, y tena
42、la cabeza vuelta hacia atrs en un ngulo de ciento ochenta grados. Haba una terrible quemadura en el pecho de la vctima. Le haban grabado a fuego una sola palabra. Una palabra que Langdon conoca bien. Muy bien. Contempl las letras con incredulidad. Illuminati tartamude, con el corazn acelerado. No pu
43、ede ser. Lentamente, temeroso de lo que iba a presenciar, Langdon dio la vuelta al fax. Mir la palabra al revs. Al instante, se qued sin respiracin. Era como si le hubiera alcanzado un rayo. Incapaz de dar crdito a sus ojos, volvi a girar el fax y ley la palabra en ambos sentidos. Illuminati susurr.
44、 Langdon, estupefacto, se dej caer en una silla. Poco a poco, sus ojos se desviaron hacia la luz roja parpadeante del fax. Quien haba enviado el fax estaba todava conectado, a la espera de hablar. Langdon contempl la luz roja parpadeante durante largo rato. Despus, tembloroso, descolg el auricular.
45、Dan Brown ngeles y demonios .ar 13 2 He captado ahora su atencin? dijo la voz masculina cuando Langon contest por fin. S, ya lo creo. Quiere hacer el favor de explicarse? Intent decrselo antes. La voz era precisa, mecnica. Soy fsico. Dirijo un laboratorio de investigaciones. Se ha cometido un asesin
46、ato. Usted ha visto el cadver. Cmo me ha localizado? Langdon apenas poda concentrarse. Su mente hua de la imagen del fax. Ya se lo he dicho. Internet. La pgina web de su libro El arte de los llluminati. Langdon intent serenarse. Su libro era prcticamente desconocido en los crculos literarios dominan
47、tes, pero tena un buen nmero de seguidores internautas. No obstante, la afirmacin del desconocido era absurda. Esa pgina carece de informacin de contacto explic Langdon. Estoy seguro. Tengo gente en el laboratorio muy experta en extraer informacin de la Red. El escepticismo de Langdon no disminua. Da la impresin de que su laboratorio sabe mucho sobre la Red. Por fuerza replic el hombre. Nosotros la inventamos. Algo en la voz del hombre revel a Langdon que no estaba bromeando. He de verle insisti el desconocido. No podemos